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Un buen guía debe ser capaz de cautivar a su audiencia mientras presenta una gran variedad de temas ilustrativos y de referencia. El guía es también el "ejecutor" maestro del Programa de Visitas. Todo lo que se menciona como "incluido" en el programa debe cumplirse cabalmente para evitar quejas. Así pues, ajustará sus certeras explicaciones a los inclementes horarios de apertura y cierre de atracciones como museos, catedrales y parques nacionales, tomando en cuenta el tiempo para las comidas en ruta y el aseo personal de los turistas.
Hay guías que se especializan en turismo urbano y contemplativo, otros en ecoturismo, otros son guías-instructores en montañismo, naturismo, buceo, pesca, esquí acuático o sobre nieve y observación de aves. Los hay que trabajan para una compañía en especial y los hay "freelance" que trabajan por su cuenta a destajo. En muchos países están organizados en sindicatos que protegen sus intereses. Estos sindicatos presionan a las empresas operadoras de turismo para que contraten guías profesionales con un calificado entrenamiento y le paguen un salario justo por sus servicios. Un ejemplo de la intervención de estos sindicatos lo tenemos en el turismo en lugares santos para el Cristianismo donde la Iglesia trata de utilizar sacerdotes guías prescindiendo de los servicios de los guías locales.